lunes, 7 de diciembre de 2009

Valor privado y valor público

Conversando sobre la incertidumbre reeleccionista que atraviesa Colombia, me he encontrado con diferentes expresiones del siguiente argumento: “Si un gerente de una empresa está haciendo bien su trabajo, nadie pide un cambio de administración; entonces, ¿por qué debe cambiar el gobierno si un presidente está cumpliendo su gestión satisfactoriamente?”. La contra-argumentación (mi interés) puede seguir dos caminos: el primero, de carácter específico, sería preguntarse si efectivamente el actual presidente está haciendo bien lo que tiene que hacer. Personalmente, considero que el presidente Uribe ya no está haciendo bien su trabajo, pero como este es un camino muy espinoso, mejor me voy por el otro. El segundo camino de contra-argumentación, de carácter general, es preguntarse si la comparación es válida o no. En su libro “Creating Public Value” (1995), Mark Moore demuestra que, al igual que en el sector privado, el rol del gerente público es la creación de valor; sin embargo, el tipo de valor que está en juego en ambos sectores es diferente. La gerencia en el sector privado puede concentrar sus esfuerzos en una sola área. Si una empresa está generando valor privado -léase, dinero- produciendo un tipo particular de bien –ej.: ropa-, no hay razón para que empiece a producir otro tipo de bien –ej.: alimentos. Mantener a un gerente con una agenda exitosa, por tanto, es una señal de especificidad, de profundización de las ventajas comparativas de una empresa; sin duda una señal positiva. Muy diferente es el caso en la esfera pública. Un Estado, para funcionar, no puede concentrarse todo el tiempo en la producción de un solo tipo de bien. Así un gobierno esté generando valor público (léase, bienestar) focalizando sus esfuerzos en un área específica –ej.: seguridad-, si con el tiempo no cambia el foco de sus esfuerzos a otras áreas –ej.: educación, infraestructura, salud, etc.-, dicho valor quedará incompleto y terminará por ser contraproducente. La creación de valor público en una sociedad requiere que las diferentes dimensiones del bienestar sean abordadas. Sin embargo, ningún gobierno cuenta con los recursos suficientes para abordar todas las dimensiones al mismo tiempo, por ello se requiere: primero, la priorización de la agenda de gobierno de acuerdo al contexto interno y externo del país; y segundo, la rotación de la agenda para ir cubriendo las diferentes dimensiones del bienestar. En los países con tradición presidencialista, como es el caso de Colombia, el mecanismo más óptimo para garantizar lo segundo es el cambio de gobierno. Por esta razón, mantener a un mismo gobierno con la misma agenda es, a diferencia de lo que sucede en la esfera privada, un símbolo de estagnación y, sin duda, una señal de que las cosas no van bien.